El indianismo es una ideología política y anticolonial que promueve la liberación de los pueblos indígenas sometidos a la colonización. Considera que la cuestión indígena no es un problema de integración o tenencia de la tierra, sino que se centra en la lucha por el poder y autodeterminación.[1] Su objetivo principal es la creación de un poder propio para los pueblos indígenas, en oposición a las estructuras estatales coloniales que históricamente los han marginado.[1] Esta ideología surgió en Bolivia,[2] y el sur del Perú durante la segunda mitad del siglo XX, principalmente impulsada por intelectuales aimaras y quechuas.
A diferencia del indigenismo integracionista, el indianismo lo critica por promover la asimilación de los pueblos indígenas de Latinoamérica dentro de la sociedad dominante sin cuestionar las estructuras coloniales subyacentes. El indianismo sostiene que el indigenismo ha sido formulado desde una perspectiva mestiza o desde las élites eurodescendientes del periodo colonial, sin contar con la participación directa de los propios pueblos indígenas, lo que lo convierte en una interpretación ajena a la realidad indígena.[3] Uno de sus principales exponentes es el pensador boliviano Fausto Reinaga, cuya obra sentó las bases del indianismo contemporáneo e influyó en diversos movimientos políticos indígenas.[4]
Creencias y diferencias con el indigenismo
La principal diferencia entre el Indigenismo y el Indianismo es que el primero trata de asimilar los pueblos indígenas a la cultura occidental mientras que el Indianismo reivindica, e intenta liberar los pueblos indígenas del mandato de los colonizadores. Se definen a sí mismos como un movimiento político e intelectual de tendencia anticolonial, contra-cultural y contra-indigenista, con el objetivo de empoderar y educar a los indios para combatir al indigenismo, el cual es visto como algo impulsado por las oligarquías criollas liberales, o los grupos Progresistas serviles a estos últimos.[5]
Visión sobre el mestizaje y la estructura social
El indianismo percibe el mestizaje como una amenaza a la identidad indígena. Consideran que los mestizos trastocan sus costumbres ancestrales por conveniencia, en un intento por parecerse a sus progenitores españoles o por querer seguir las reglas culturales del Catolicismo (visto como una religión ajena de origen Judío, así como peligroso promotor de la asimilación). Siendo así que el mestizaje sería visto por ellos como una degradación occidentalista y una cultura híbrida sin derecho propio o algún valor.[6] Sin embargo, no hay consenso sobre si eso implica necesariamente la prohibición de matrimonios mestizos por motivos eugenesicos, o si pueden tolerarse bajo condición de evitar una Occidentalización dañina en la cultura de dichas familias, que deben ser obligatoriamente indias de espíritu.
A nivel social, los indianistas sostienen que, pese a las independencias nacionales, América Latina sigue siendo una “sociedad india que soporta una estructura colonial”, por el que se presentan los males de estar en un estado de servidumbre los pueblos indios, junto a una manipulación cultural blanca y mestiza en la que se presentan como los criollos como la única casta con la protestad de edificar la nación (mientras se identifica al indio como si fueran generadores de pobreza por naturaleza), para terminar realizando políticas Señorialistas en el que concentraron la propiedad de la tierra en mano de unos pocos para explotar a la masa indígena con discursos de Libertad, igualdad y fraternidad.
El movimiento desconfía de la democracia liberal y añoran una ruptura con una sociedad construida por los Citadinos desconocedores de la realidad india, mostrando una profunda lamentación por la migración del campo a la ciudad de los indígenas hacia las urbes, en las que serían marginados por una incompatibilidad cultural de su tradición con la cultura modernista de los criollos y mestizos europeizantes, y que solo provocarían movimientos reivindicatorios imperfectos, debido a que surgirían sindicalismos y agrarismos campesinos (como el Movimiento Nacionalista Revolucionario) que fuesen subordinados, conscientes o no, hacía el ideal de una élite de intelectuales de clase media que no acabó con los problemas reales hasta el día de hoy, solo concediendo reformas, consideradas insuficientes o inútiles, como el fin del Pongüeaje o la concesión del Voto universal.[5]
Objetivos y estrategias políticas
El objetivo a largo plazo del indianismo es la restauración de la sociedad india, la restauración del Collasuyo como un Estado-nación aimara autónomo que sea independiente de las repúblicas de Bolivia y del Perú, y más adelante incluso la restauración del Tahuantinsuyo (algunos con tendencias Monarquistas).
Para alcanzar este fin, promovieron una estrategia de “guerra cultural” que se basaba en minar y destruir paulatinamente la “identidad nacional de los criollos” (los Nacionalismos post-Independencia hispanoamericana) y lograr alinear a un gran “bloque indio” que tendría la fuerza suficiente para declarar la guerra a las repúblicas criollas de Sudamérica, las cuales desconocen como países legítimamente constituidos o con derecho a que los representen.[5] Aunque inicialmente tuvieron enfrentamientos con los indigenistas y grupos socialistas, con el tiempo terminaron aliándose a ellos para conseguir cargos relevantes en el gobierno y continuar difundiendo sus ideas más allá de Bolivia (sobre todo a principios del 2000).
Referencias históricas y construcción simbólica
Los indianistas consideran como antecedentes de su movimiento diversas rebeliones indígenas, como el levantamiento de los Caciques Apoderados contra Mariano Melgarejo, o el levantamiento en Huancané (Puno) en tiempos del presidente Agusto B. Leguía. También reivindican figuras como Tomás Katari, Túpac Amaru II, Túpac Katari, Vilcapaza, Luciano Willka, Zarate Willka, etc de caudillos indígenas de los últimos siglos.
En su construcción ideológica, han desarrollado un relato histórico basado en la etnohistoria, que los vinculaba de manera forzada con un pasado prehispánico idílico, ignorando muchas veces el desarrollo de los indígenas en el periodo virreinal, transformándose con el tiempo en algo más ideológico que concreto. Aquellos comportamientos cuestionables han provocado que analistas políticos los cataloguen como un movimiento mayormente fundamentado en las capacidades pasionales (que tienen su origen en emociones y sentimentalismos reaccionando a humillaciones históricas a los indios que provocaron subdesarrollo) pero no tanto en función de las capacidades racionales-analíticas de sus pensadores. Algunos incluso han considerado que en el fondo solo buscan desarrollar su propio nacionalismo y reemplazar las elites criollas por unas elites indias en un autoritarismo colectivista.[6]
El politólogo Franco Gamboa Rocabado sostiene que el indianismo busca una transformación social radical basada en la continuidad ancestral y la autonomía total de la sociedad india, más que en procesos democráticos:[5]
Principales representantes
Este movimiento político e intelectual tiene de principales referentes ideológicos a pensadores como: Pedro Portugal, Felipe Quispe, Fausto Reinaga, Luciano Tapia, Raymundo Tambo, Constantino Lima, Germán Choquehuanca, Ramiro Reinaga, Javier Lajo, Franz Tamayo, Javier Sanjinés, etc.
Fausto Reinaga, en la década de los sesenta desarrolla esta ideología, cuyo principal postulado es defender la liberación del indio y su máxima obra donde lo muestra es en "La revolución india".
El Movimiento Universitario Julián Apaza, también se guía por los postulados indianistas, expresado en el Manifiesto de Tiwanaku, principal documento político de este movimiento. Raymundo Tambo,[7] fue uno de los fundadores del primer partido indianista, el Partido Agrario Nacional (1960); también fue fundador del Movimiento Universitario Julián Apaza (MUJA), a finales de los 60, y dirigió el Sexto Congreso de la Confederación Nacional de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CNTCB), el 2 de agosto de 1971.
Símbolos del Indianismo
La Wiphala y la figura de Tupaj Katari son elementos simbólicos que fueron posicionados en la politización que el indianismo inició desde los años 60. Entre las preocupaciones de los primeros indianistas estaba la de tener un símbolo que los identifique no solo como movimiento político sino que sirva fundamentalmente para identificar a la “nación india” y su carácter “precolonial”. La Wiphala fue ese símbolo. Por ello no extraña que en "La revolución india" (1970, Fausto Reinaga) se haga la siguiente afirmación: “la Wiphala, el auténtico estandarte de la patria”.
Un personaje clave en la difusión de la Wiphala fue Constantino Lima, quien había obtenido referencias de un texto peruano con información sobre una bandera precolonial, y encargó conseguir ese texto. Lima recibió de su amigo otro texto pero que también era de edición peruana y contenía iconografía inca. Copió un dibujo cuadriculado para mostrárselos a otros indianistas. Poco después, los estudiantes aymaras reunidos en el Movimiento Universitario Julián Apaza (MUJA) empezaron hacer flamear la Wiphala que el propio Lima había costurado.[8]
Los indianistas fueron quienes crearon y difundieron la Wiphala más allá de La Paz (Bolivia), atribuyéndole múltiples significados. Para los indianistas la Wiphala era una "bandera cuadriculada, multicolor (7 colores) y ajedrezada" que habían usado los indios del Tahuantinsuyo desde hace más de dos mil años y que ahora debía de ser la "bandera de la Nación Aymara y del Collasuyo". Para ellos la Wiphala era además un símbolo de resistencia cultural y étnica que debían de usar contra los españoles y criollos, y que según ellos usaron los Huari, Tiahuanaco, Incas y otras civilizaciones precolombinas habrían usado, así como múltiples caudillos de la Resistencia indígena en la época colonial y republicana. Sin embargo, esta afirmación es cuestionada en el ámbito académico.
El indianismo también reivindica las instituciones indígenas tradicionales, como el aillu, que consideran una estructura social superior a las propuestas por el liberalismo y el marxismo, ya que son fenómenos de una sociedad industrial que no comprende al indio, o incluso despreciarían su Sociedad tradicional como "Feudal" y atrasada. Para ellos, el ayllu es un modelo de organización que permite la redistribución equitativa del poder, con un sistema de rotación de autoridades basado en la reciprocidad de la cosmovisión andina.[5]
Fernando Untoja Choque señala:
Los indianistas también defienden el uso del término “indio” como una categoría jurídica que legitima los derechos sobre la tierra de las Comunidades indígenas. Argumentan que el continente fue denominado, "Las Indias", y que este gentilicio fue utilizado para identificar a sus habitantes naturales. Escribanos indígenas como Leandro Condori Chura apelaban a esta identidad virreinal de la República de indios para defender "la legítima propiedad del indio sobre las tierras del Nuevo Mundo" que la Corona española les había reconocido hasta principios del siglo XIX con las Leyes de Indias, y por lo cual sus tierras históricas no se las podían despojar ni serles removidas según el Derecho indiano.
Desde esta perspectiva, los indianistas rechazan el indigenismo y el marxismo, ya que consideran que buscan asimilar la lucha indígena a la del campesinado o del proletariado. Para ellos, la categoría de “indio” es clave en la lucha contra la hegemonía criolla y mestiza, evitando su supresión en favor de conceptos más generales como “campesino”.[3]
Fausto Reinaga resume esta postura:
Germán Choquehuanca refuerza esta postura en 2018:
Movimientos Indianistas y Kataristas
Después de la invasión de las colonias españolas, la rebelión de Túpac Katari y Bartolina Sisa jugó un papel importante. Fueron los primeros que abrieron paso a movimientos que reivindican la identidad india.
Podríamos dividir el movimiento en tres fases:
- Periodo inicial-formativo (1960-1971) en el que surge el indianismo.
- Periodo de bifurcación (1973-1980) en el que aparece el Katarismo.
- Periodo de decadencia (1982-1997) donde estos movimientos entran en crisis.
Periodo inicial-formativo (1960-1971) en el que surge el indianismo.
Cuando irrumpe el Indianismo, lo hace con la idea de que los indios eran la mayoría del país y la base de la nación, por tanto tenían legitimidad para gobernarlo (esto se articula con ideas sobre el pasado precolonial: Tiahuanaco y el incario, y las luchas anticoloniales: Tupaj Amaru, Bartolina Sisa y Tupaj Katari, con las que buscaba dar sentido histórico a sus aspiraciones políticas). El Indianismo es fiel a su lema "Nuestra tierra para nosotros" (Tupac Katari).
El 5 de noviembre de 1960 se organiza el partido político PAN (Partido Autóctono Nacional), después surge el PIQ (Partido Indígena del Quollasuyu) e inmediatamente después el PIAQ (Partido de Indios Aimaras y Quechuas).
Periodo de bifurcación (1973-1980) en el que aparece el Katarismo.
El indianismo se bifurcó (1973-1980) hacia el Katarismo, movimiento que buscó alianzas y vinculaciones con sectores progresistas de la izquierda y de la iglesia, pese a experimentar el racismo de estos grupos, y puso acento en las diferencias económicas y culturales entre los bolivianos.[9] El Katarismo surgió paralelamente al Indianismo, el primero con una visión de fundar un nuevo Estado Nacional o más una especie de “nacionalización del Estado Nacional” en favor de las mayorías nacionales.[10]
Cabe señalar que el movimiento katarista, a diferencia del indianista, ha recibido casi toda la atención por parte de los investigadores que se han ocupado de los "movimientos indígenas" contemporáneos. El trabajo más consagrado a este respecto es Oprimidos pero no vencidos (1984) de Silvia Rivera y contiene el planteamiento de memoria larga, concepto que ha sido asumido por muchos de forma crítica y que ha contribuido a encubrir el trabajo de "alargamiento de la memoria" operado por los indianistas. Por otra parte, El katarismo (1986) de Javier Hurtado (1954-2012) es la investigación que mejor trabaja sobre este movimiento, en particular sobre la trayectoria sindical del katarismo desde los años 70 hasta inicios de los 80, cerrando la investigación cuando esta corriente entra en crisis. En el caso del movimiento indianista, fue objeto de investigación para una tesis de licenciatura en Antropología (UMSA) y que corresponde a Diego Pacheco. Este trabajo se publicó el año 1992 con el título de El indianismo y los indios contemporáneos en Bolivia y está basado en una recopilación abundante de documentos, cuyos datos y relaciones son expuestos de manera muy caótica.
Lo iniciado en los sesenta, tuvo frutos y repercusiones en los años 2000, primero con Felipe Quispe y su hijo Ayar Quispe quienes plantean estrategias para materializar los postulados ideológicos. En los siguientes años, una veintena de colectivos y movimientos indianistas kataristas emergen. Uno de los principales es el Grupo MINKA, que desarrolla producción intelectual al respecto y debate público.
Periodo de decadencia (1982-1997) donde estos movimientos entran en crisis.
Véase también
- Indigenismo
- Sociedad política indiana
- Hispanismo
Referencias
Bibliografía
- La segunda Esfinge indiana: antiguos y nuevos aspectos del problema de los orígenes americanos, José Imbelloni (1956)
- Visiones aymaras sobre las autonomías: aportes para la construcción del Estado nacional, Mario Galindo Soza (2007).
- Reinventando comunidades imaginadas: Movimientos indígenas, nación y procesos sociopolíticos en los países centroandinos, Ramón Pajuelo (2007).
- Día del Indio para restaurar el Tawantinsuyu, Inka Waskar Choquehuanca (2018).
- La construcción de la aymaridad: una historia de la etnicidad en Bolivia, Verushka Alvizuri (2009).
- Movimientos indígenas y autonomías en América Latina, Luciana García Guerreiro (2018).
- La revolución de Evo Morales: de la coca al palacio, Pablo Stefanoni (2006).
- El indianismo katarista: un análisis crítico, Pedro Portugal Mollinedo (2016).
- El indianismo y los indios contemporáneos en Bolivia, Diego Pacheco (1992).

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